Deconstruyendo el Turismo de la mano del flanêur y la Deriva Experiencial. Un viajero «Antifrágil»

Un anciano en su lecho de muerte hace saber a sus hijos que en su viña hay un tesoro escondido. Sólo tienen que cavar. Cavaron, pero ni rastro del tesoro. Sin embargo, cuando llega el otoño, la viña aporta como ninguna otra en toda la región. Entonces se dan cuenta de que el padre les legó una experiencia: la bendición no está en el oro, sino en la laboriosidad.

Walter Benjamin

El ensayo «Experiencia y pobreza» sustenta que la humanidad se ha empobrecido porque con los cambios experimentados por la sociedad industrializada,  hemos olvidado que la riqueza proviene de la experiencia de arar la tierra. El hombre pobre espera la riqueza del oro porque ha perdido la riqueza de la experiencia.

Remontémonos al  Situacionismo, el movimiento surgido en Francia que  promovía una nueva concepción del espacio y del destino, frente al empobrecimiento de la experiencia y las relaciones humanas,  que sus seguidores identifican al final del S. XIX con la llegada del capitalismo industrial,  en torno a la paradoja “transacción vs relación” .En medio de este contexto, surge una nueva práctica: “la deriva”, que  consistía en recorrer los espacios urbanos guiados por una lógica distinta a la habitual, priorizando un recorrido lúdico y que conectara con su identidad.

En este nuevo entorno situacional, aparece la figura del flanêur, un personaje que ha dado lugar a una nueva forma de experimentar las calles parisinas de la época. El flanêur deambula, mira, describe las ciudades extrayendo significados que van más allá de la cotidianidad, de las rutas turísticas preestablecidas. A diferencia del viajero tradicional , cuyo descubrimiento se deduce del recorrido por el destino que visita, el flanêur viaja sin trasladarse. Para él, bajo la apariencia de la ciudad se esconde un mundo de emociones que se traducen experiencias, y que dejan entrever su parte más recóndita en una interpretación del recorrido por pura serendipia.

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Deambular, leer las ciudades y contemplar las calles,  como un texto repleto de metáforas esperando ser descubiertas (o redescubiertas) por el nuevo viajero. El flaneûr se reinventa a través de la vivencia de experiencias únicas y memorables. Así nace el turismo experiencial,  y así comienzan a surgir los primeros emodestinations, a través de una interpretación de la realidad del destino como nunca antes se había hecho.

Todo esto deriva hacia un nuevo concepto de cartografía, surgiendo los primeros mapas emocionales,  que no sólo describen la ciudad desde el más puro concepto físico, sino que empiezan a introducir elementos sensoriales, como es el caso de los mapas sonoros (Ej: #escuchalapalma) o los recorridos tematizados (Ej: ruta del cine en Nueva York), todo ello con el fin de crear un vínculo emocional con el viajero y desprenderse de la opaca y mundana realidad de las grandes urbes.

La psicogeografía se traduce en la deriva experiencial como movimiento artístico extrapolado a la arquitectura y el urbanismo, creando mapas que captan las emociones suscitadas por los ciudadanos en su interacción con el espacio urbano.

Las zonas marginales que no aparecen en el mapa turístico, se conocen como los “no lugares”. El flaneûr contemporáneo recupera estos espacios y los reordena en el paisaje urbano bajo una percepción alejada de prejuicios, dando pie a la innovación en todo lo que abarca la marca destino. De este modo, citando a Chombart de Lauwe:

“un barrio urbano no está determinado solamente por los factores geográficos y económicos, sino por la representación que sus habitantes y los de otros barrios tienen de él”.

Caminar hacia la deriva, sin rumbo fijo y deconstruyendo el destino en un alarde de neosituacionismo, cuestionando la hegemonía del turismo de masas y dejando que la experiencia del emodestination penetre en la mente del viajero, convirtiéndolo en el protagonista de su propia historia. Este ejercicio de perderse, da rienda suelta a la serendipia de poder descubrir nuevas formas de turismo, un turismo guiado por la intuición, la construcción de experiencias y la transformación del viajero.

Actualización del articulo: Es curioso, he comenzado a leer el libro de Antifrágil, de Nassim Nicholas Taleb y en el prólogo del autor del famoso Cisne Negro el autor hace referencia en su «Triada Fundamental» al respecto de la exposición a la volatilidad e incertidumbre al turista convencional como Frágil y al Flanêur (del que hablaba Miguel Benjumea en este artículo) como Antifráfil.

¡Nos encanta conectar cosas! Más información sobre el maravilloso libro de Nassin Nicholas aquí:

Antifrágil de Nassem Nicholas Taleb