Cabo Verde, No Stress.

Arena blanca, aguas transparentes, clima tropical…un destino emergente, lleno de grandes personas que, con una sonrisa imborrable, tienen poco pero te lo dan todo, unos valores que te invitan a reconsiderar aquellas pequeñas grandes cosas que tenemos en nuestra sociedad y que, por los hábitos mundanos de las grandes urbes, tendemos a dejar a un segundo plano.

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Los caboverdianos son personas inigualables, siempre viviendo cada día sin pensar en lo que pueda pasar mañana. Felices y orgullosos de sus islas, cuya vida austera no les crea ninguna necesidad paralela, pues con sus propios recursos se sustentan y viven de forma plena, sin buscar caprichos ni aderezos a su día a día.

La alimentación sana, el deporte y el baile forman parte de su estilo de vida. Nacieron sin prisas, algo que llevan por bandera en su lema “No Stress” y que define totalmente a los caboverdianos.

Las 10 islas que conforman este pequeño paraíso pertenecieron hasta hace unos 40 años a Portugal, lo que denota su gran influencia europea en comparación al resto de países de África. La Isla de Sal es, de todas ellas, la de más interés desde el punto de vista turístico, y donde se concentran la mayoría de los resorts vacacionales.

Desde por la mañana, ver brillar el sol se convierte en una experiencia única, poco común en Europa, cuyas altas temperaturas invitan a bañarse en esas cálidas aguas, saludando a los lugareños que cada día trabajan en sus puestos de souvenirs y que acabas conociendo y saludando como si fueran tus propios vecinos.

En Cabo Verde los días pasan llenos de paz y tranquilidad, e inevitablemente se te contagia el espíritu “No Stress”. Desde la playa no puedo evitar mirar cómo a escasos metros, algunos lugareños sacan (a pulso) las barcas con la pesca del día, y se ponen a vender en la misma orilla, a la que acuden decenas de caboverdianos como parte de su rutina diaria. Y es que la comida es uno de los mejores atractivos del país. Con base en pescado y arroz, cada día pude degustar exquisitas carnes, guisos, la típica cachupa (un estofado típico a base de maíz, alubias y pescado o carne) dulces…..todo casero, ya que allí poco se estila la comida prefabricada. Y para beber, deliciosas caipiriñas al estilo caboverdiano, sin olvidar el ponche, su bebida por excelencia.

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Pero no todo es sol y arena blanca. La Isla de Sal ofrece múltiples atractivos que merece la pena conocer, tales como el increíble desierto, que se muestra en todo su esplendor delimitando con la playa en un atípico contraste que sólo puede encontrarse en las inmensas llanuras africanas, y que permite apreciar auténticos espejismos que simulan lagos repletos de agua en el horizonte. Un paisaje increíblemente experiencial y auténtico.

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Asimismo, al tratarse de una isla volcánica, se forman piscinas naturales que invitan a darse un baño mientras observas el famoso “Olho Azul”, un hueco entre las rocas de la playa donde se refleja el sol y, si te asomas, verás lo que parece un ojo azul. Un fenómeno realmente impresionante cuya accesibilidad es todavía un tanto limitada, ya que los recursos y atractivos de la isla son aún vírgenes de cara al turismo, algo que yo denotaría como maravillosamente auténtico.

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Y, por supuesto, no podemos olvidar las salinas de Pedra de Lume, que ya no están en funcionamiento pero que se pueden visitar e incluso bañarse en ellas. Al estar situadas en el fondo del cráter de un volcán, el agua está bastante caliente, aunque no llega a quemar y te puedes bañar sin problema. Además, flotas de forma natural debido a la gran cantidad de sal. Un regalo para la piel que te hace rejuvenecer y sentirte único, en pleno desierto de Sal, sin más preocupaciones que dejarte llevar y disfrutar de paisaje.

Finalmente, el ocio y la vida nocturna gira en torno a Santa María, el pueblo de mayor afluencia turística de la Isla de Sal, donde cada día es una fiesta repleta de música, baile y diversión, dejándote seducir por la imperturbable tranquilidad y alegría del carácter caboverdiano, inundando sus calles sin asfaltar y escuchando música en cada esquina.

Cabo Verde es un emodestination único, una mezcla entre el exótico Brasil, un fragmento del Sáhara perdido en el océano y el Caribe de África. Un país lleno de contrastes, pudiendo encontrar grandes resorts al lado de playas vírgenes y pueblos de casas de colores chillones….todo ello conformando una identidad aún por definir, pero que a su vez hace difícil no encontrar un encanto especial en cualquier rincón.