En un lugar de esta bella tierra que es Asturias encontré, gracias a una buena amiga, un lugar conocido por tener, oficialmente, la mejor fabada del mundo. Este lugar se llama el Llar de Viri, y recibió a Destinos Experienciales en una jornada gastronómica que hizo las delicias de nuestros paladares.
Mi primera impresión fue curiosidad. ¿La mejor fabada del mundo? ¿De verdad? Habrá que probarla, ¿no?
Tras una media hora en coche desde el centro de Oviedo llegamos a nuestro destino: San Román de Candamo. Muy cerca de la estación del Feve se encontraba el Llar de Viri, una pequeña casa de comidas de aspecto acogedor, con la chimenea encendida, y con flores y cacerolas decorando las paredes evocándome en todo momento recuerdos de antaño.
De repente me sentía como en mi casa, y no sólo por el olor a campo, por el calor de la leña ni por la comodidad del lugar. También por la sonrisa con que nos recibió Viri, la artífice de este pequeño gran proyecto cuyas manos cocinan la mejor fabada del mundo, galardón otorgado en el año 2013.
Para abrir boca nos trajo de primero unos croquetones de langostinos y bacalao sobre una deliciosa salsa de tomate caliente. La fabada se hacía de rogar, pero Viri ya estaba dándole los últimos retoques y he de decir que la espera mereció la pena porque los croquetones cumplieron muy bien su función. Buenísimos.
Y por fin, con la segunda copa de vino llegó nuestra fabada. Servida en una perola, nos faltó tiempo para empezar a repartirla entre nosotras, dos hambrientas peregrinas dispuestas a devorar el plato estrella de Viri. Y con razón, la verdad es que ahora entiendo por qué es la mejor del mundo. Sabor natural, aroma a leña y, por supuesto, recién hecha con el mimo de nuestras abuelas, con el esmero y al ritmo de la inconfundible lentitud del calor del fuego.
Con la compañía de Viri, mientras nos tomábamos nuestra fabada nos iba contando su historia, sus mejores momentos, sus secretos. Aunque la verdad es que, como bien dice ella, para una buena fabada no hay secretos:
“Basta con saber elegir muy bien los ingredientes, que éstos sean de buena calidad y si un proveedor te gusta porque te trae buena materia prima, hay que serle fiel y comprarle siempre a él”.
La cocina de El Llar destaca por su origen natural, elaborada con productos de la zona y recuperando recetas antiguas dando a toda su carta un toque tradicional. Una cultura gastronómica ligada al movimiento Slow Food, Km 0 y al Club de las Guisanderas de Asturias. Además, cabe destacar que su ubicación en el valle del río Nalón hace de esta zona un microclima especial que beneficia el cultivo de productos típicos de la zona como las fresas o el tomate prieto, utilizados con esmero en muchos de sus platos.
Y para terminar, a pesar de que ya estábamos más que satisfechas con la generosa ración de fabada de Viri, no pude evitar probar los postres. Todos caseros, cuyas especialidades son la tarta de Manzana a la sidra y el arroz con leche. Merece la pena, sin lugar a dudas, guardar ese pequeño hueco para disfrutar de un dulce momento final. Y de recuerdo, cómo no, me llevé unas Virilletas, una galletas caseras que la propia Viri nos ofreció con el café y que, sin ni siquiera pretenderlo, se estaban convirtiendo en la nueva sensación, pues ya se las solicitan de muchas pastelerías de la zona para venderlas en sus comercios.
Gastroturismo en un entorno tradicional, alejado de las grandes masas y dispuesto a recibirte con los brazos abiertos y la más entrañable de las sonrisas. Bienvenidos a este pequeño rincón de Asturias, el Llar de Viri, especialmente recomendado por Destinos Experienciales. ¡Que aproveche!
Nota el autor: Como actualización de este artículo, en 2016 el restaurante sufrió un incendio, debido a una chispa de la chimenea que destruyó el tejado y un comedor. De todas formas no se preocupen por que el restaurante sigue adelante.