Las Violetas. Una dulce experiencia en Madrid

El caramelo de violeta está elaborado con esencias de esta bella y madrileña flor. De pequeño tamaño, representa la forma de una violeta de cinco pétalos, aromatizado y coloreado de este sugerente color. Su origen madrileño se emplaza en una pequeña pastelería de la histórica Plaza de Canalejas, llamada “La Violeta” la cual vende y distribuye estos caramelos artesanales desde 1915.

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De la mano del comerciante y pastelero Mariano Gil, las violetas llevan acompañando a los madrileños casi un siglo, cuyo éxito fue rotundo desde el momento de su fundación. La idea de por qué se creó este símbolo de Madrid es todo un misterio. Lo que sí es cierto es que la imagen típica del Madrid antiguo se ve representada por un paseo matinal con una bolsa repleta de violetas, tradición que ha ido pasando de generación a generación hasta nuestros días.

En sus orígenes anecdóticos, se cuenta que el propio Rey Alfonso XIII compraba estas violetas tanto para su esposa, la reina Victoria Eugenia, como para su amante, Carmen Ruiz de Moragas. De esta forma, nunca se equivocaba de paquete y siempre acertaba en su elección.

La tienda de “La Violeta” continúa actualmente en su ubicación original desde que se fundó en 1915, al igual que la familia, que ya va por su tercera generación al frente del negocio. Construida casi íntegramente de madera, jamás ha cerrado sus puertas, ni siquiera durante la Guerra Civil. Por todo ello, se trata sin duda alguna de una experiencia única la visita este lugar único para degustar uno de los dulces más típicos de Madrid.

Violeta tienda Madrid

Todos los productos de “La Violeta” se venden al peso y en diferentes formatos, desde la típica envoltura transparente con el símbolo de la tienda, hasta bellas cajas de porcelana presentadas de una forma exquisita. Y como no podía ser de otra forma, hace poco inauguraron su tienda online, desde la cual se puede encargar y comprar su amplia gama de productos a través de Internet. Un buen ejemplo de cómo la tradición se ha ido adaptando a las nuevas tecnologías sin perder su esencia experiencial.