Mientras el mundo entero estaba con la mirada puesta en el Mundial de Fútbol de Brasil, en Auckland todo giraba en torno a los All Blacks, el equipo nacional de rugby de Nueva Zelanda. Allí, el rugby es la columna deportiva de los kiwis, que se muestran orgullosos y apasionados de sus equipos dejándose contagiar por la fuerza y energía del haka, un símbolo de la identidad cultural neozelandesa.
El rugby se introdujo en Nueva Zelanda gracias a Charles Monro, quien lo importó desde Inglaterra y lo dio a conocer a sus amigos de Nelson, en cuya reserva botánica se jugó el primer partido de la historia y donde desde entonces se puede ver el letrero conmemorativo a tal hazaña.
Miles de turistas se concentraron en Auckland agotando, en cuestión de días, las 47000 localidades para ver en acción a los All Blacks, todo un espectáculo que va mucho más allá que el mero acontecimiento deportivo. Inmersos en la burbuja del rugby, los kiwis, como comúnmente se conocen a los habitantes de Auckland, viven con gran emoción una de sus mayores pasiones: ver triunfar a su equipo en el Campeonato del Mundo Seis Naciones.
Auckland es una ciudad cosmopolita que ofrece el viajero innumerables experiencias que merece la pena descubrir. Un lugar cuyas raíces indígenas se han visto reflejadas en el rugby, el deporte nacional que forma ya parte de la cultura de Nueva Zelanda. Es una experiencia única ir a ver jugar a los All Blacks, no sólo en el aspecto deportivo, sino en el despliegue mediático del equipo con su tradicional danza, inspirada en la cultura maorí, que hace de cada uno de sus partidos un espectáculo sin igual. La Haka es una danza tribal de origen maorí con la que se da la bienvenida al extranjero y que se baila para intimidar al rival antes del partido. En apenas un minuto que dura este famoso ritual, es suficiente para ponerte la piel de gallina en el absoluto silencio que se forma en el estadio, sólo invadido por las voces de los jugadores. 23 voces que se unen al unísono para dar lugar a uno de los momentos más espectaculares del encuentro, aun sin haber empezado el partido pero que hace que el precio de la entrada (entre 50 y 100€) ya haya merecido la pena.
Rara vez podremos encontrar en las calles de Nueva Zelanda camisetas de Cristiano Ronaldo o Messi, pero sí una muestra de artículos de merchandising y equipación oficial de los All Blacks. Porque en Auckland el rugby es mucho más que un deporte, es una religión que mueve a toda la población en una misma dirección, al contrario que el resto del mundo. Y esto sólo se puede ver en Nueva Zelanda, donde los All Blacks son idolatrados y cuya cercanía hace bastante accesible el poder conseguir un autógrafo o una foto después del partido. Un arsenal de accesorios con el distintivo de la pluma inunda las tiendas de la ciudad, en una atmósfera movida por la pasión del rugby y animando a una selección que es, oficialmente, el mejor equipo del mundo según el ranking de la International Rugby Board (IRB).
El día que juegan los All Blacks, toda la ciudad se moviliza en torno al estadio de rugby. El transporte público es gratuito para todo aquel que muestre su entrada, y al finalizar el recorrido hasta se interesan por tu experiencia en el autobús y te hacen una breve encuesta sobre cómo podría mejorarse para el próximo evento. En los supermercados se compran cervezas hasta agotar existencias, y la cultura All Black se palpa en el ambiente de forma única y experiencial porque la selección nacional de rugby es ya parte de la esencia del país, y a su vez una importante fuente de ingresos para el turismo.
¡Además ahora puedes visitar en el aeropuerto la tienda oficial de los All Blacks !