Fordlandia, en el Amazonas, algo insólito…
¿Os imagináis que en medio del Amazonas hubiera un pueblo abandonado al más puro estilo americano de los años 30? Pues sí, existe y se llama Fordlandia.
En 1928, el magnate automovilístico Henry Ford mandó construir una urbanización en plena selva del Amazonas, que con el tiempo pasó a convertirse en un pueblo fantasma. Con motivo de abastecerse de caucho, plantó miles de hectáreas de cultivo de este material, y con intención de que sus trabajadores se sintieran como en casa, se obsesionó en convertir este inhóspito lugar en un pueblo al más puro estilo las urbanizaciones americanas. Así, con sus típicas hileras de casas, porches, jardines, su calle principal y hasta comercios como una zapatería y un sastre, este proyecto falló, y la utopía de Henry Ford quedó sumida en la densa vegetación del Amazonas.
Hoy en día se puede comprobar que no les faltaba ni el más mínimo detalle, pues disponían de campo de golf, clubes y hasta salas de baile. Todo ello en el corazón de la selva amazónica, concretamente a orillas del río Tapajós. Aunque ya poco queda de este insólito lugar, si paseas por lo que queda de sus calles, es posible imaginar perfectamente, en medio de un tétrico paisaje, lo que había sido en el pasado.
Un proyecto cuanto menos ambicioso, a la par que una locura capaz de salir sólo de mentes como la de Ford. Aquella urbanización americana representa hoy en día el más claro ejemplo de que la naturaleza no se puede domesticar. Un pueblo fantasma que, víctima del clima tropical, la humedad de la selva, el riesgo de enfermedades como la malaria y la poca fertilidad de la tierra, hacía inviable la vida a los trabajadores, que acabaron abandonando la ciudad a su suerte. A ello se unió el descontento de los trabajadores nativos que Ford contrató y a los que trató de imponer las costumbres americanas en contra de sus tradiciones y estilo de vida.
Esta pequeña ciudad corporativa “made in Ford Motor Company” pretendía representar, en medio de la nada, el auténtico “American Way of Life”, un contraste inaudito entre el ambiente más cosmopolita de la época y una de las regiones más inhóspitas de la Tierra. No obstante, Henry Ford tenía una idea muy clara, y aun habiéndola llevado al extremo, es que no importa dónde viajemos, pues aunque exploremos lugares recónditos y territorios insólitos, siempre llevamos con nosotros la esencia de nuestros orígenes.
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https://www.destinosexperienciales.com/2013/05/ruta-66-de-chicago-a-los-angeles/